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Descubre INAH petrograbados y sepulturas en Cholula Puebla

Descubre INAH petrograbados y sepulturas en Cholula Puebla

Estos hallazgos fueron localizados en una de las calles principales de Cholula. Como parte de un salvamento arqueológico que se lleva a cabo en el municipio poblano de San Andrés Cholula, fueron hallados 11 entierros humanos, fechados de entre 1200 a 1521 d.C.), una piedra labrada asociada con un numeral; que ya fueron recuperados por

Estos hallazgos fueron localizados en una de las calles principales de Cholula.

Como parte de un salvamento arqueológico que se lleva a cabo en el municipio poblano de San Andrés Cholula, fueron hallados 11 entierros humanos, fechados de entre 1200 a 1521 d.C.), una piedra labrada asociada con un numeral; que ya fueron recuperados por el equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

 Los arqueólogos Sergio Suárez Cruz y Silvia Martínez Arriaga, fueron quienes supervisaron esta labor, en coordinación con el Ayuntamiento de San Andrés Cholula, inició a finales de julio pasado y está planteado para concluir en diciembre de 2023.

El hallazgo se llevó a cabo con motivo de diversas obras de sustitución de drenajes pluviales y sanitarios que el ayuntamiento emprende, las labores de salvamento se han enfocado en las calles 16 de Septiembre, 15 Oriente y 2 Sur.

Sobre los hallazgos registrados por un equipo de cuatro especialistas, coordinado por el arqueólogo Eric Abraham Alarcón Carmona, Sergio Suárez explica que la mayoría de estos se han ubicado en la calle 16 de Septiembre, un eje que cruza por la urbe en dirección norte-sur.

 Bajo el nivel de piso de esa vialidad se identificaron 11 enterramientos primarios que no habían sido alterados desde su inhumación original. Cinco entierros corresponden a personas que estaban acompañadas por ajuares funerarios formados por vasijas, figurillas, fragmentos de obsidiana. Uno de los cinco esqueletos, presentó modificación en su cráneo y dientes.

De los seis entierros restantes, sobresale un adulto también con modificación en el cráneo, cuyo ajuar consistía en una cuenta de piedra verde y un dije hecho con estuco, con el rostro de una persona de edad avanzada. También fueron recuperados restos cerámicos de instrumentos domésticos, como ollas, comales, malacates, braseros y cajetes, además de fragmentos de figurillas, unas monocromas y otras estucadas, con vestigios de policromía.

Dentro de las piezas halladas, destaca una vasija del tipo Sandy Plain, un tipo de cerámica establecida para el área de Cholula por la investigadora Florencia Müller; con la figura de Tláloc, dios de la lluvia, y pigmentos azul y negro.

También fue posible desmontar una piedra labrada, de aproximadamente 60 por 60 centímetros, que ha sido colocada en el atrio del Templo de San Pedro Colomoxco para su resguardo y protección provisional, en espera de construir una base y un techo que la protejan.

En este predio cercano al Templo Mayor, se ha encontrado mucha riqueza prehispánica y novohispana.

El predio de Guatemala 71, en el Centro Histórico de la CDMX, es uno de los lugares que más ha sido explorado por expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia en los últimos años. De hecho, en 2020 fue hallad un Huei Tzompantli (“hilera o muro de cráneos”) con 119 cráneos, que se sumaron a los 484 que fueron identificados antes de ese año.

Este 2023, fueron encontrados cerca de 25 mil fragmentos de cerámica prehispánica, mayólica y pátera virreinal, una guitarra del siglo XVII, única en su tipo, así como numerosos bacines, postes prehispánicos y empalizadas que intentaron contener las inundaciones de 1629 fueron algunos de los objetos hallados durante el rescate arqueológico.

De todas las piezas, el hallazgo de un instrumento musical del siglo XVII es el más sobresaliente. A la guitarra se suma un tenedor de plata, posiblemente fundido en el país, vigas que indican la altura de la inundación que vivió la Ciudad de México en 1629 y restos de cerámica colonial, vidrio soplado y suelas de zapatos.

Uno de los hallazgos que llamó la atención de los arqueólogos fue un cordófono, o bien, una guitarra del siglo XVII que tiene 4 órdenes dobles con 8 cuerdas. Este instrumento actualmente es analizado por Charlene Alcántara, restauradora y especialista en instrumentos musicales de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM).

“El problema que presentamos con el material de madera es que lamentablemente no dura mucho en una excavación arqueológica porque se deshace y entonces tiende a desaparecer. En el tipo de contexto que teníamos, con una tierra que era entre seca y húmeda, se pudo conservar la guitarra casi completa, le faltan tramos, pero es muy importante para el estudio de los instrumentos musicales a nivel nacional e internacional”, expresa el arqueólogo Alberto Freddy Méndez Torres.

Se trata del único instrumento excavado en un contexto arqueológico en la CDMX: “La especialista también nos propuso que después de terminar el estudio se propondrá una restauración, hacer una copia idéntica del instrumento para tratar de saber qué tipo de afinación tenía y cómo se tocaba en aquellos tiempos. Es lo que estamos esperando”, responde. Después de esos análisis, la guitarra posiblemente se resguardará en el Museo Nacional de Historia.

Sobre el tenedor de plata, los expertos comentaron: “tenía sellos forjados que hablan del origen del platero y de dónde se estaba haciendo este tipo de tenedor. Resulta muy complejo encontrar este tipo de tenedores porque también se empiezan a deshacer por la tierra y el contexto. El químico nos comentó que otros ejemplares de este tipo de tenedor se hallaron en las costas de Florida, en un pecio”, indica.

Igual que la “guitarra” es de los únicos tenedores que se han encontrado en un proyecto arqueológico en la CDMX; aunque todavía no se sabe si el artículo llegó de España o de alguna casa platera en México. En las excavaciones, los arqueólogos también hallaron vasijas y bacines esmaltados de diversos tamaños, para personas adultas y para niños. 

En total, los arqueólogos hallaron 25 mil 88 tiestos cerámicos de los cuales 200 eran piezas completas; además de 125 vasijas y 70 objetos, en su mayoría de la época colonial.

Cabe destacar, que se cree que este predio de República de Guatemala 71, a un costado de la zona arqueológica Templo Mayor, perteneció a los nobles, aunque todavía no existe un dato exacto que indique cuál fue su uso. Lo que sí se sabe es que en la época colonial, el terreno perteneció a Diego de Caballero e Inés Velasco, fundadores del Convento de Santa Inés, y que de la construcción se conserva su templo sobre la calle de Moneda.

Foto destacada: Alcaldía Xochimilco

El amaranto formaba parte de la dieta y rituales mexicas y durante mucho tiempo fiue prohibido. 

El amaranto es una de las flores moradas más hermosas de nuestro país, y con la que se hacen las famosas alegrías, atoles, agua fresca, y otros platillos tradicionales. Su nombre científico es Amaranthus, del griego arnárantos, y en náhuatl se llama huahtli, que significa “la partícula más pequeña dadora de vida”.

Esta planta se ha cultivado y consumido en México desde hace miles de años; se han encontrado semillas de una especie de amaranto en la cueva de Coxcatlán, Tehuacán Puebla, con una antigüedad de seis mil 500 años. Desde 2017, el 15 de octubre, es el Día Nacional del Amaranto. Para los mexicas, el amaranto fue tan importante como el frijol y el maíz, incluso el tlatoani Moctezuma recibía cada año cerca de cuatro mil toneladas como tributo de otros pueblos.

Pero el amaranto fue un producto prohibido durante la Colonia; en gran parte porque los mexicas formaban figuras de sus deidades con la semilla molida del amaranto, que mezclada con miel de maguey, se llamaba tzoalli.

Se ha investigado que el Imperio Azteca exigía un tributo a sus pueblos gobernados que tenía que pagarse en huautli, la planta del amaranto, de donde se extraían las semillas para tostarlas y transformarlas. Aunque se habla de que el amaranto se usaba de distintas formas, una de las que ha sobrevivido, siendo de las más populares, era mezclar el amaranto con miel de agave, con la que se hacían figuras de animales e incluso de dioses.

Se dice que los mexicas relacionaban al amaranto estaba ligado con Huitzilopochtli, por lo que durante las fiestas dedicadas a este dios se hacían figuras con su silueta, mismas que se comían porque era como consumir un pedacito de la deidad.

Aunque también se habla de que en general fue una forma, bastante creativa, por cierto, de personificar y sacralizar a diversas deidades, que luego consumían en diversos rituales. Algunas de las deidades a las que se les daba forma fueron Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, Tláloc, Chalchiuhtlicue, Coatlicue, Xiuhtecuhtli, Chicomecóatl, Matlalcueye, Iztactépetl y Opuchtli.

Guatelaria

Estas figuras se hacían con la misma técnica con la que hoy se hacen los dulces de amaranto, como las alegrías. Pero igual que muchas oras prácticas, esta tampoco le agradaba a los españoles, por lo cual prohibieron el cultivo y consumo del amaranto, con lo cual estuvo en riesgo de desaparecer.

Como sabemos, para los europeos el proceso de evangelización fue complejo, ya que muchas costumbres litúrgicas y religiosas de los pueblos originarios no empataban con la visión occidental; además de que muchas prácticas fueron consideradas ajenas a la religión católica.

Guatelaria

Según relatos de Bernal Díaz del Castillo, cuando Hernán Cortés descubrió el uso ceremonial de las semillas de amaranto, prohibió inmediatamente su consumo, puesto que pensaba que era un sacrilegio el hecho de poderse “comer” a su dios.

Esta prohibición hizo que la producción de amaranto decayera durante varios siglos, provocando que se dejara de cultivar esta planta en buena parte del territorio nacional, lo que la puso al borde de la extinción. Por fortuna, las condiciones del amaranto, que se puede adaptar prácticamente a cualquier clima y condición del terreno, hicieron que prevaleciera a pesar de la prohibición.

Gracias a las virtudes naturales del amaranto, hoy en día podemos consumir uno de los alimentos con mayor cantidad de proteínas, vitaminas y minerales, que es considerado como un superalimento. De hecho, científicos de la NASA eligieron al amaranto como parte de la dieta de los astronautas que viajan a la Estación Espacial Internacional, ya que es ligero, versátil y muy nutritivo.

Asimilismo, el amaranto y la alegría de Tulyehualco, Xochimilco, fue declarada en el 2016 Patrimonio Cultural Intangible de la CDMX. En este poblado de la Ciudad de México se conserva la tradición de su cultivo en chinampas, sustentadas en conocimientos ancestrales.

Además, Tulyehualco reclama la denominación de origen del amaranto, pues este pueblo de la capital y algunos de Morelos mantuvieron su cultivo pese a las restricciones de la época de la Colonia.

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