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Migrantes viven en hoteles y terrazas con precios elevados

Migrantes viven en hoteles y terrazas con precios elevados

Migrantes pagan elevados costos por dormir en salones de baile, centros de yoga, terrazas, casas de huéspedes y hoteles de paso en la Ciudad de México, debido a la falta de albergues públicos y de que carecen de documentos que les permitan rentar un departamento. A finales de 2023, autoridades del gobierno capitalino cerraron definitivamente

Migrantes pagan elevados costos por dormir en salones de baile, centros de yoga, terrazas, casas de huéspedes y hoteles de paso en la Ciudad de México, debido a la falta de albergues públicos y de que carecen de documentos que les permitan rentar un departamento.

A finales de 2023, autoridades del gobierno capitalino cerraron definitivamente varios refugios, como el de Tláhuac, que fueron destinados para la atención de caravanas migrantes que intensificaron su paso por la Metrópoli desde 2021.

A falta de alojamiento seguro, migrantes de origen haitiano, venezolano, guatemalteco, colombiano, hondureño y de otras partes del centro y sur del continente, pagan por dormir o alojarse de 3 mil hasta 7 mil 500 pesos mensuales por persona.

En algunos lugares sólo les permiten ingresar durante las noches y dormir de forma comunal en colchonetas, sin oportunidad de acceder a otros servicios como regaderas o cocina.

Así operaba un centro de yoga, ubicado en el número 32 de la calle Doctor Enrique González Martínez, en la colonia Santa María la Ribera, donde sólo les dejaban pernoctar por 100 pesos la noche por persona y a las 8:00 horas del día siguiente debían desalojar las instalaciones para continuar con las prácticas de yoga, danza y tai chi.

Esta situación cambió un poco, luego de que este año el lugar eliminó de sus actividades la danza y el salón ahora es usado por los migrantes.

“Ya podemos quedarnos todo el día adentro. Es un salón donde antes bailaban y pusieron colchonetas en el suelo, por quedarnos ahí el día y la noche son 100 pesos, somos varios. También hay una terraza, hay un baño y donde cargar el celular”, explicó Joshua, un joven originario de Venezuela, quien dijo trabajar ocasionalmente como mesero en un restaurante cercano.

Joshua paga por dormir en una colchoneta, junto a otros desconocidos, 3 mil pesos mensuales, pero accede a ello porque no tiene papeles, ni un trabajo fijo. “Yo quiero llegar a Estados Unidos, como todos, pero no tengo papeles, estoy esperando tenerlos”, dijo.

En el número 24 y 26 de la misma calle hay dos casas de huéspedes donde ofrecen pequeños cuartos equipados con una cama, gas, agua, internet, cocina y baños compartidos, aquí no piden documentación y el costo es de mil 450 pesos semanales por persona.

“Ahorita no tenemos disponibilidad de cuartos. Estamos saturados, ya llevamos así mucho tiempo. A veces algunos llevan varios meses aquí y de pronto se van. El movimiento aquí es raro, es estar preguntando para ver si hay algún cuarto disponible”, comentó la administración de una de las casas.

De acuerdo con vecinos, allí habitan migrantes de origen venezolano y ocasionalmente haitiano, y quienes ya tienen un trabajo estable, como vendedores o cargadores, principalmente en las zonas de Tepito y el Centro Histórico.

Gabriela Hernández, directora de Casa Tochan, un albergue de la sociedad civil, detalló que la presencia de esta población no ha desaparecido o disminuido en la CdMx, sólo que decidió bajar su perfil ante el acoso y desalojos perpetrados por las autoridades locales.

“La renta o pago de cuartos comunitarios y hoteles es el único remedio que han encontrado ante la imposibilidad de entrar en un albergue. Nosotros sí les seguimos la pista porque además en el albergue pueden estar tres meses. No hemos reducido el tiempo porque vemos que sería imposible darles poco tiempo, muchos de ellos ya han conseguido trabajo, pero quieren seguir su camino. Ahorita están ahorrando para irse, pero los migrantes siguen en la ciudad”, recalcó Hernández.

En la colonia Obrera, los hoteles Empire, ubicado en la calle Manuel J. Othon, y el Waikiki, en la calle Simón Bolívar, son ocupados en su mayoría por migrantes venezolanos y hondureños; aunque, el año pasado, una comunidad muy grande de haitianos se estableció en el primer hotel, según vecinos.

“Todavía son hoteles de paso, pero ya menos. Ahí vivían personas que se dedicaban al trabajo sexual, o iban parejitas. Ahora hay más hombres migrantes y algunas familias con niños.

Antes se veían más en la calle, pero ahora te das cuenta porque ves su ropa tendida en las ventanas o en la azotea”, comentó Mario, habitante de la zona.

Hasta 2021, en esos sitios se pagaba de 120 a 150 pesos por cuatro horas o por noche. Sin embargo, por días completos cobran entre 240 y 280 pesos de lunes a jueves, y 300 pesos de viernes a sábado, al considerarlos días de alta demanda.

El monto mensual asciende hasta 8 mil 400 pesos por habitación de dos a cuatro personas, un precio superior a los que se pagan por vivienda en renta en esta zona, donde departamentos de 50 a 70 metros cuadrados tienen un valor de 7 mil a 9 mil pesos.

“Lo que está pasando con la falta de vivienda y los precios tan abusivos está mal, sin ningún respeto y la gente a veces se tiene que aguantar porque no hay de otra”, reiteró la activista, quien actualmente alberga a 80 migrantes.

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