Las quejas de mujeres por maltrato físico o verbal de parte del personal médico durante el parto van en aumento en la Ciudad de México. La Secretaría de Salud capitalina recibió de 2019 a 2022 un total de 100 quejas por violencia obstétrica en la Ciudad de México, la mayoría ocurrió el año pasado. En
Las quejas de mujeres por maltrato físico o verbal de parte del personal médico durante el parto van en aumento en la Ciudad de México.
La Secretaría de Salud capitalina recibió de 2019 a 2022 un total de 100 quejas por violencia obstétrica en la Ciudad de México, la mayoría ocurrió el año pasado.
En respuesta a una solicitud de información de El Sol de México, la dependencia informó que en 2019, año previo a la pandemia por Covid-19, recibió 34 quejas por este tipo de violencia ejercida hacia las mujeres por médicos y personal de enfermería durante el embarazo, parto y posparto. En 2020 fueron cuatro, en 2021 pasó a 22 y en 2022 registró 40 quejas.
“Me obligaron a utilizar un método para no tener hijos”, “cortaron mi vagina y mi bebé pesó menos de tres kilos”, “no me dieron medicamento para disminuir el dolor”, “me regañaron porque me quejaba”, son algunas de las denuncias de violencia obstétrica que vivieron las mujeres.
La Sedesa recibió estas quejas a través de buzones físicos instalados en toda la red de Hospitales de la Ciudad de México, Centros de Salud T-III y oficinas centrales administrativas, así como llamadas telefónicas y medios electrónicos.
En 2014 la violencia obstétrica fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud y cinco años después la Organización de las Naciones Unidas la definió como violencia física y psicológica que maltrata, agrede, insulta, engaña, infantiliza, mutila y hiere a las mujeres durante estos procesos.
Aunque las quejas van en aumento, son pocas en comparación con las mujeres que aseguraron haber sido víctimas de violencia obstétrica, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares. Este estudio reveló que de 294 mil 942 mujeres de 15 a 49 años de la Ciudad de México que tuvieron su último parto entre 2016 y 2021, 38.5 por ciento fue maltratada en algún momento de su último parto.
De esta cifra, 28.8 por ciento recibió tratamientos médicos sin autorización. Según la encuesta, no le informaron por qué era necesario hacer la cesárea, no otorgó el permiso o autorización para que le hicieran la cesárea, la presionaron para que aceptara que le pusieran un dispositivo o la operaran para ya no tener hijos.
También le negaron anestesia o la aplicación de un bloqueo para disminuir el dolor sin darle explicaciones, le colocaron algún método anticonceptivo o la operaron o esterilizaron para ya no tener hijos sin preguntarle o avisarle.
En lo que va del 2023 la Secretaría de Salud de la ciudad ha recibido 27 quejas, más de la mitad de las registradas durante el año anterior.
SIN CASTIGO
Además del maltrato, otra forma de violencia en la atención obstétrica es la práctica injustificada de cesáreas. Según datos del Instituto Nacional de Salud Pública, en México de 3.7 millones de mujeres a quienes se les practicó este procedimiento quirúrgico, 10.3 por ciento no fue informada de la razón y a 9.7 por ciento no le pidieron su autorización para hacerla.
Laura Victoria Aceves Anta fue víctima de violencia obstétrica en la Clínica Londres del Hospital Ángeles, ubicado en la colonia Roma. Aunque su parto fue previsto como normal, un residente decidió practicarle una cesárea con el argumento de que su bebé era muy grande.
“En la plancha escuché gritos, me pedían que me mantuviera hablando porque me estaba desangrando, pero no me decían qué pasaba, sólo que había tenido una infección en vías urinarias y que por eso me pusieron una sonda. Meses después me dijeron que se les había pasado un poco el bisturí y que me cortaron la vejiga”, contó a El Sol de México.
Explicó que el proceso de recuperación fue difícil y doloroso porque la sonda se le encarnó e infectó. “Hasta que me recuperé me informaron todo lo que sucedió, por eso me dieron atención gratuita en el Hospital Ángeles Pedregal”.
Cuatro años después que Laura Victoria quedó nuevamente embarazada presentó complicaciones con su bebé. Los doctores le informaron que la “cerraron mal” en su primer parto y que la malla quirúrgica que le colocaron estaba enredada en sus órganos.
“En el embarazo de mi segundo hijo todo el tiempo sentía que estaba recargado en mi lado derecho y me dolía mucho mi riñón, cuando me revisaron los doctores me dijeron que me habían cerrado mal, que mis intestinos y mis órganos estaban hechos un relajo, que mi vejiga estaba caída y por eso no se podía acomodar bien mi bebé”, resaltó.
En su segundo parto, Laura tuvo una cirugía peligrosa ya que tuvieron que acomodar sus órganos. Aunque su recuperación fue tardada y dolorosa, no denunció por desconocimiento y falta de información.
En la capital del país este tipo de violencia no se castiga. El término no existe en el Código Penal local, los únicos estados donde sí se considera un delito es en Chiapas, Estado de México, Veracruz, Guerrero y Quintana Roo.
De acuerdo con el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), hasta la fecha, la violencia obstétrica tampoco figura dentro de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Según el libro “Violencia Obstétrica: Nuestro cuerpo, nuestro embarazo, nuestra maternidad”, sólo 10 por ciento de las mujeres saben lo que es la violencia obstétrica, y aun conociendo su definición no logran identificar si la sufrieron ya que las conductas violentas se normalizaron.