El profesor Facundo Jiménez Pérez, con 39 años de experiencia como académico y administrativo en el CCH Naucalpan, una de las escuelas más golpeadas por el porrismo, afirmó que estas agrupaciones son toleradas por las propias autoridades universitarias para impedir la organización de los estudiantes. El maestro, quien fue cesado por presuntamente participar en la
El profesor Facundo Jiménez Pérez, con 39 años de experiencia como académico y administrativo en el CCH Naucalpan, una de las escuelas más golpeadas por el porrismo, afirmó que estas agrupaciones son toleradas por las propias autoridades universitarias para impedir la organización de los estudiantes.
El maestro, quien fue cesado por presuntamente participar en la ocupación del estacionamiento donde está la Dirección General del Colegio de Ciencias Humanidades, tras un ataque porril en el CCH Naucalpan, afirmó que en ese plantel, la Federación de Estudiantes de Naucalpan y otros grupos son algunos de los generadores de violencia.
Las autoridades universitarias no han podido comprobar fehacientemente la participación del maestro en alguna violación grave, quien hasta el momento lleva una conciliación con los abogados de la UNAM en el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral.
De acuerdo con Jiménez, dentro de las escuelas de la UNAM no hay una participación democrática porque existe un permanente conflicto entre los grupos de choque y los verdaderos alumnos, quienes quieren tener participación en la gestión académica y las autoridades no se los permiten.
“Han aventado petardos y dispersado manifestaciones. El objetivo del porrismo es no permitir la organización estudiantil, porque les quita poder. Le quita poder a las autoridades, en el sentido de que hay autoritarismo. Si no es por las buenas, es por las malas. Entonces, subterráneamente, utiliza a este grupo de choque para que los estudiantes no se organicen”, señaló.
“Se ha hecho la democratización por fuera, en la universidad no se ha hecho. Reaparecen los porros, los grupos de choque, principalmente ¿dónde? Pues en el bachillerato. Allí son más vulnerables las prepas, que están muy controladas, casi podríamos decir que son escuelas cuarteles. Las autoridades tienen prefectos y no permiten que se organicen los estudiantes”, dijo.
Enfatizó que los grupos históricos de porros son agrupaciones de animación de fútbol americano que teniendo como fachada el deporte se dedican a reclutar a jóvenes a sus filas de violencia.
“Es muy difícil que tú tengas una prueba fehaciente de que gobernantes o políticos o partidos o autoridades digan: ‘nosotros apoyamos a los porros o al grupo de choques‘. No lo puedes comprobar porque todo es subterráneo.
“En el estudio que hice sobre el porrismo en la universidad, y no solamente el porrismo que se da en la UNAM, sino en todas las instituciones de educación media superior, está el Poli, el Colegio de Bachilleres y otras instituciones de provincia, hay grupos de choque y esos son más que todo instrumentos de las autoridades para no permitir la organización de los estudiantes”, dijo.
Acusa represalias
Por su parte, Mario Mendoza aseguró que fue expulsado de la FES Cuautitlán por expresar su inconformidad contra los grupos porriles y se le impidió terminar sus trámites de titulación de la maestría en Administración.
El joven, quien cursó su educación media superior en el CCH Azcapotzalco, la licenciatura en Administración en la FES Cuautitlán y la maestría en la misma facultad, fue expulsado en el 2022 por oponerse a grupos porriles de su institución.
El acoso, afirmó, se dio en el posgrado cuando, por razones ideológicas, profesores iniciaron una persecución en su contra afectándolo en sus calificaciones, le quitaron un asesor de tesis y le retrasaron el proceso de investigación.
“Teníamos el antecedente de algunos grupos. Les llamábamos incluso neoporros, porque eran grupos de estudiantes dirigidos desde la Secretaría de Atención a la Comunidad, que son como las instancias dentro de las facultades para atender a los estudiantes”, señaló.
Agregó que al interior de los planteles se promueve la creación de grupos porriles que también están involucrados con el narcomenudeo, quienes enganchan a los alumnos por medio de fiestas donde hay drogas, alcohol y los van envolviendo para incorporarlos a su estructura porril.
Aunado a esto, en el Estado de México también existen líderes políticos municipales del PRI que manejan a grupos de seudo estudiantes al interior de los planteles.
“En la facultad (FES Cuautitlán) logramos, debido a este contexto de inseguridad, tener mesas de trabajo con el gobierno del Estado de México. Entonces iba la dirección general de gobierno, la Policía Estatal y entre esas charlas llegaban a tocar esos temas y llegaban a hacer operativos encubiertos contra el narcomenudeo. Hubo una situación en donde ya tenían ubicado al dealer, lo intentaron atrapar y pues igual fue un grupo de estudiantes el que lo defendió y ya no lo lograron agarrar en ese momento”, contó.
(Los porros) iban a los salones a reclutar directamente a la juventud
Mario Mendoza, Ex alumno
Consideró que el porrismo se ha focalizado más en las escuelas de educación media superior, principalmente en Naucalpan y Acatlán, en el Estado de México. Los grupos más visibles son el 3 de Marzo, en el CCH Azcapotzalco y el GAP, que tiene como siglas el nombre de un dirigente porro histórico.
“Cuando yo iba en el CCH, las formas de operar de estos grupos, con total impunidad, eran ir a los salones a reclutar directamente a la juventud a través de fiestas. Ellos tomaban camiones de los que pasaban en las rutas públicas para sus actividades. Cuando se da el movimiento del 2018, una de las principales demandas era que se investigaran los nexos de estos grupos porriles con los funcionarios como Raúl Arcenio Aguilar Tamayo, que fue el secretario de Prevención, Atención y Seguridad Universitaria y a Tiófilo Licona, quien fue funcionario universitario”, sostuvo.
Recordó que durante su experiencia funcionarios académicos instruían a estudiantes para que fueran a las asambleas, tomaran fotos y vídeos para identificar a los alumnos que se organizaban contra la violencia. “Era una lógica de espionaje para saber qué estábamos haciendo, con quiénes nos juntábamos, quiénes éramos”.
“En una mesa de trabajo del 2018 contra el porrismo, nosotros lo exhibimos y vimos que era un modo común de operar de las autoridades universitarias. Es decir, tienen sus grupos de estudiantes que utilizan para obtener la información de quiénes son los activistas y ya con esos datos proceden a la fabricación de delitos”, reveló.