Caty Monreal, la controvertida candidata de Morena para la alcaldía de Cuauhtémoc, parece haber encontrado una nueva estrategia para impulsar su tambaleante campaña: usar descaradamente el carisma y la popularidad de Omar García Harfuch. Es bien sabido que Monreal lucha por ganarse el corazón de los votantes y su aceptación pálida en comparación con la
Caty Monreal, la controvertida candidata de Morena para la alcaldía de Cuauhtémoc, parece haber encontrado una nueva estrategia para impulsar su tambaleante campaña: usar descaradamente el carisma y la popularidad de Omar García Harfuch. Es bien sabido que Monreal lucha por ganarse el corazón de los votantes y su aceptación pálida en comparación con la de figuras más prominentes y queridas, como García Harfuch, exige medidas desesperadas.
García Harfuch, se ha convertido en un iman para los aplausos y el apoyo popular, algo que Caty Monreal parece envidiar y desear para sí misma. La candidata, en un acto que muchos ven como una manipulación flagrante, ha comenzado a aparecer en eventos y actos públicos junto a García Harfuch, intentando asociarse con su imagen positiva y así atraer a los votantes que, de otro modo, la ignorarían.
Esta estrategia ha levantado una ola de críticas y cuestionamientos sobre la autenticidad de su campaña. ¿Es Caty Monreal incapaz de generar su propio apoyo y tiene que recurrir a ‘robar’ el carisma de otros? La respuesta parece un resonante sí. La candidata ha sido vista en múltiples ocasiones, casi eclipsada por la figura de García Harfuch, dependiendo de su presencia para generar algún entusiasmo en sus eventos.
La situación ha llegado a tal punto que algunos ciudadanos y analistas políticos acusan a Monreal de ser una ‘parásita política’, aprovechándose de la buena voluntad y el trabajo duro de otros. ‘¿Qué pasará si ella gana? ¿Seguirá necesitando de figuras como Omar para gobernar?’, se preguntan voces críticas en redes sociales y columnas de opinión.
Este uso descarado de la imagen de otro político no solo muestra desesperación sino también una falta de ética y autenticidad que podría dañar permanentemente la credibilidad de Caty Monreal. Mientras tanto, la sombra de su padre, Ricardo Monreal, y los escándalos previos, solo añaden más dudas sobre su capacidad y verdadera intención al buscar el cargo. La política puede ser un juego de apariencias, pero para Caty Monreal, este juego parece ser el único que sabe jugar, aunque lo haga torpemente y a costa de otros.»