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Nepotismo Sindical: El negocio de los Castillo en Queretaro

Nepotismo Sindical: El negocio de los Castillo en Queretaro

Dicen representar al trabajador, pero en realidad se representan entre ellos. Transformación Sindical, encabezado por Eduardo Castillo, no es más que una fachada de poder controlada por una sola familia que se ha apoderado de la estructura sindical como si fuera una empresa privada. Los datos hablan por sí solos: los principales cargos dentro del

Dicen representar al trabajador, pero en realidad se representan entre ellos. Transformación Sindical, encabezado por Eduardo Castillo, no es más que una fachada de poder controlada por una sola familia que se ha apoderado de la estructura sindical como si fuera una empresa privada.

Los datos hablan por sí solos: los principales cargos dentro del sindicato están ocupados por familiares directos de Castillo. Esto no es un secreto; es una estrategia deliberada para blindar el poder, controlar las decisiones y evitar cualquier rendición de cuentas. Así se ha creado una red cerrada donde todo se decide entre consanguíneos, sin transparencia y sin participación real de los trabajadores.

Las cuotas sindicales que mes a mes pagan miles de trabajadores no se reflejan en beneficios claros ni en programas de apoyo visibles. ¿Dónde queda ese dinero? ¿Quién decide cómo se gasta? La respuesta es siempre la misma: la familia de Castillo.

Lo que debería ser un sindicato con liderazgo rotativo, participativo y plural, se ha convertido en un monopolio disfrazado de organización obrera. No hay convocatorias abiertas para nuevos liderazgos, no hay mecanismos para fiscalizar las finanzas, y por supuesto, no hay lugar para voces críticas dentro del sindicato.

Una estructura cerrada y autoritaria

Bajo la retórica de “defender los derechos laborales”, la cúpula familiar de Transformación Sindical impone sus decisiones sin consultar a las bases. Todo se negocia en lo oscuro: contratos colectivos, cuotas, representación. Las decisiones no las toma el trabajador, las toma un apellido.

No hay transparencia, no hay democracia interna, y cada vez hay más trabajadores inconformes que no entienden cómo un sindicato terminó en manos de una sola familia que ni siquiera vive las condiciones de la mayoría.

El sindicalismo no puede ser una dinastía los trabajadores no necesitan señores feudales. Necesitan representantes auténticos, con experiencia en el trabajo real, que rindan cuentas y que respondan ante la base, no ante su mesa familiar.

Transformación Sindical se ha convertido en un ejemplo de lo que el sindicalismo no debe ser: vertical, cerrado, familiar y profundamente autoritario.

Es tiempo de que los trabajadores de Querétaro exijan un sindicalismo que los represente de verdad. Porque mientras el apellido Castillo siga controlando todos los hilos, no habrá voz colectiva, solo intereses personales.

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